Irán Oct 2014
Viaje 5/7
Miércoles
22 Octubre – Persépolis – Shiraz
Ha llegado el día, por fin hoy vamos a
Persépolis. 70Km nos separan del objetivo. Antes de llegar hacemos una parada
para ver los relieves de Naqsh-e Rostam.
Naqsh-e-Rostam
Muy cerca de Persépolis (a unos 6 km aproximadamente)
se encuentran las tumbas de Darío I, Darío II, Jerjes y Artajerjes. Son
magníficas y no debiera perdérselas nadie que haya llegado hasta Persépolis.
En las paredes verticales de la montaña se alojan
las tumbas que se adornan con magníficos bajorrelieves donde están
representadas escenas y símbolos imperiales a la gloria de los monarcas. Una
escena especialmente adornada muestra la victoria de Sapor I que hace cautivo
en combate (en el año 259) al emperador romano Valeriano.
Algunas notas sobre Naqsh-e-Rostam:
Naqsh-e
Rostam (también conocido como Naqš-i Rustam) es un sitio arqueológico situado a
unos 3 km al noroeste de Persépolis, en la provincia de Fars en Irán. Este
emplazamiento es llamado Næqš-e Rostæm "el retrato de Rostam", porque
los persas pensaban que los bajorrelieves sasánidas bajo las tumbas
representaban a Rostam, un héroe mitológico persa.
Es una
pared rocosa que contiene cuatro tumbas reales aqueménidas rupestres,
cruciformes y con bajorrelieves. Una de éstas, según las inscripciones que
presenta, sería la tumba de Darío I. Las otras tres tumbas que se encuentran a
los lados de la de Darío I, serían las de Jerjes I, Artajerjes I y Darío II
pero no llevan ninguna inscripción que permita identificarlas con certeza. En
la montaña de detrás de Persépolis hay otras dos tumbas semejantes,
pertenecientes probablemente a Artajerjes II y Artajerjes III, lo mismo que una
tumba inacabada que podría ser la de Arsés, o más seguramente de Darío III, el
último rey de la dinastía aqueménida, que fue derrocado por Alejandro Magno.
La tumba de
Darío es uno de los dos modelos de tumbas que existieron en el arte persa del
periodo aqueménida. Se trata de una tumba excavada en roca como los hipogeos
egipcios. El otro modelo es el de la tumba de Ciro en Pasargadas.
Hay también
siete grandes bajorrelieves en la roca de Naqsh-e Rustam, bajo las tumbas,
esculturas mandadas por los reyes sasánidas.
Frente a la
roca se encuentra Ka'ba-i-Zartosht, un monumento zoroástrico. En la extremidad
del sitio se encuentran dos pequeños altares de fueg0.
Tumbas Aqueménidas.- Cuatro tumbas pertenecientes a reyes aqueménidas están talladas en la
pared de roca. Están a considerable altura por encima del terreno.
Las tumbas
se conocen localmente como las "cruces persas" por la forma de las
fachadas de las tumbas. El lugar es conocido como salīb, quizás una corrupción
de la palabra persa chalīpā, "cruz". La entrada a cada tumba es el
centro de cada cruz, que se abre a una pequeña cámara, donde el rey yace en un
sarcófago. La viga horizontal de cada una de las fachadas de la tumba se cree
que es una réplica de la entrada del palacio en Persépolis.
Una de las
tumbas está explícitamente identificada por una inscripción que la acompaña
como la tumba de Darío I (r. 522-486 a. C.). Las otras tres tumbas se cree que
son las de Jerjes I (r. 486-465 a. C.), Artajerjes I (r. 465-424 a. C.) y Darío
II (r. 423-404 a. C.) respectivamente. Una quinta tumba, inacabada, pudo haber
sido la de Artajerjes III, quien reinó como mucho dos años, pero más
probablemente sea la de Darío III (r. 336-330 a. C.), el último de los reyes
aqueménidas.
Las tumbas
fueron saqueadas después de la conquista del imperio aqueménida por Alejandro
Magno.
Detalles de las tumbas y bajo-relieves:
Todas las tumbas han sido espoliadas por lo que
no se han encontrado nunca nada dentro de la cámara funeraria que nos permita
conocer un poco más de los persas y de sus procedimientos funerarios.
Las inscripciones que aparecen talladas en la
roca están en tres idiomas: elamita, babilonio y persa antiguo.
Tumba de Dario I.- La tumba de Darío
I el Grande es la más grandiosa.
Cuenta en su entrada con cuatro columnas
decoradas por una hilera de personajes, presidida por la figura de un rey
ornado ante un altar de fuego, con el pie sobre un estrado.
En el friso de la tumba, se ve un relieve en el
que aparecen 28 personas levantando un trono sobre el que está el rey. Esto
representa el imperio, las 28 naciones que lo componen y como todas consideran
al rey como la entidad que los une y los unifica en el imperio persa.
En los laterales del friso, se encuentran
perfectamente alineados los generales de su ejército.
Detrás de la figura de Darío hay un texto en el
que se habla del imperio persa.
La traducción de esta inscripción es:
1.- Ahura
Mazda es un gran dios, que creó esta tierra, que creó el cielo, que creó al
hombre, que creó la felicidad para el hombre, que ha hecho a Darío rey, uno de
los numerosos reyes, un señor para muchos.
2.- Soy
Darío el Gran Rey, Rey de Reyes, Rey de países que contienen todo tipo de
hombres, Rey de grandes territorios de esta gran Tierra, hijo de Histaspes, un
aqueménida, un persa, hijo de un persa, un ario, que tiene una ascendencia
aria.
3.- Darío
el Grande dice: Por el favor de Ahura Mazda, éstos son los países que he tomado
fuera de Persia; he reinado sobre ellos, me han pagado un tributo; lo que les
ha sido dicho por mí, lo han hecho; mi ley los ha sometido firmemente: Media,
Elam, Partia, Aria, Bactriana, Sogdiana, Corasmia, Drangiana, Aracosia,
Satagidia, Gandhara, Sind, Amirgia, escitas, escitas de gorros puntiagudos,
Babilonia, Asiria, Arabia, Egipto, Armenia, Capadocia, Sardes, Jonia, los
escitas del otro lado del mar, Skudra , los jonios que llevan pétasos, Libia,
Etiopía, los hombres de Maka , Caria.
4.- Darío
el Grande dice: Ahura Mazda, cuando vio la tierra con emoción, me la otorgó, me
hizo Rey; soy Rey. Por el favor de Ahura Mazda, la someto a su lugar; lo que os
digo, lo que han hecho, tal y como era mi deseo. Si pensáis "¿Cuántos
países ha conquistado el Rey Darío?" Mirad las esculturas de aquéllos que
están sobre el trono, enseguida lo sabréis, enseguida será conocido por
vosotros: la lanza del hombre persa ha ido muy lejos; enseguida será conocido
por vosotros: un hombre persa ha librado batallas muy lejos de Persia.
5.- Darío
el Rey dice: Lo que ha sido hecho, lo he hecho por la voluntad de Ahura Mazda.
Ahura Mazda me ha prestado ayuda hasta que yo hiciera el trabajo. Que Ahura
Mazda me proteja del mal, así como a mi casa real y a esta tierra: ¡Ruego a
Ahura Mazda, que Ahura Mazda me lo de!
6.- Oh
hombre, lo que es el mandato de Ahura Mazda, que no os repugne; no os apartéis
del buen camino; no os levantéis en rebelión!
Al lado de la figura de Darío aparece uno de los
símbolos zoroastras.
La puerta está escavada en la roca y da entrada a
una pequeña cavidad donde actualmente no hay nada. Se cree que fueron saqueadas
cuando Alejandro Magno derribó el imperio persa.
Tumba de Artajerjes I.- Esta tumba
sigue la misma estética que la de Darío. Se repite la escena de las 28 naciones
soportando el trono.
Tumba de Darío II.- Esta tumba está más erosionada que las dos anteriores, los releves tienen menos definición. Sigue el mismo diseño que las de sus predecesores.
Tumba de Jerjes I.- A diferencia de
las tres anteriores, esta tumba no sigue la línea de la montaña. Aprovecha un
saliente de la mima para tener desde ella una vista perfecta del resto del
complejo funerario.
Entre las tumbas de Darío I y la de Jerjes I hay
una parte de la pared que está alisada pero el trabajo se paró y no podemos
disfrutar de lo que tenían planificado. No se sabe a ciencia cierta de quién
sería, hay una corriente que dice que sería de Artajerjes III, pero tiene más peso la opción de que fuera la
tumba inacabada de Darío III.
Otro espacio de pared alisado, preparado para
empezar a trabajar un bajo relieve está en la parte izquierda del complejo,
pero en este caso ni se llegó a iniciar el trabajo escultórico.
En este yacimiento hay un gran número de
bajo-relieves. Algunas de sus peculiaridades sobre ellos:
1.- Las temáticas de los relieves son: Coronaciones
reales, escenas de guerra contra los romanos y mostrar las victorias en estas
guerras
2.- En los relieves con motivos ecuestres, se
puede ver que los caballeros no se muestran correctamente sentados sobre los
caballos (se aprecian las dos piernas cuando solo una debería estar por la
parte exterior del caballo quedando oculta la otra). En Persépolis se ve una
mejora en las técnicas de los relieves y esta peculiaridad desaparece.
Pasemos a los bajorrelieves:
1.- El primero representa a Narsés (296 - 304),
hijo mayor de Sapor I, siendo nombrado rey por la diosa Anāhītā (Nahid en persa
moderno).
Más a la izquierda, se aprecian dos nuevos
bajorrelieves, pero en este caso son toscos y parece que se quedaron en el mero
esbozo. Podemos ver a una persona levantada y a su izquierda una cabeza y un
rostro.
2.- El segundo bajorrelieve está situado bajo la
parte inferior de la tumba de Darío I y se compone de dos escenas. La superior
representa a Bahram II (277 - 293) combatiendo al enemigo.
3.- El tercero representa la conquista de Sapor I
sobre Valeriano, emperador romano. En este bajorrelieve, Sapor I está sentado
sobre un caballo y Valeriano se arrodilla a los pies del caballo. Ceriyadis, el
vencedor de Valeriano, está delante del caballo, y el rey de Irán, con sus
manos juntas, le ofrece el poder sobre el Este del Imperio romano.
En este bajorrelieve
destacar la figura que aparece en la parte superior izquierda. No estaba en el
diseño original, de añade años más tarde y corresponde al sacerdote Kartir.
Solía aprovechar los relieves ya creados para añadir su imagen acompañada por
un texto que contaba sus hazañas.
6.- En el sexto aparece el fundador de los
sasánidas, Ardashir I (226 - 242), este bajorrelieve lo representa siendo
nombrado rey por Ahura Mazda.
A parte de las tumbas y los bajo relieves, hay
que destacar una construcción que resulta un tanto extraño. Es como una torre
de base cuadrada, parte de la cual está bajo el nivel del suelo y otra
sobresale de él. A primera vista parece una construcción actual pero nada más
lejos de la realidad.
Se trata de la Cava de Zaraustra. Este edificio
de 12 m de alto y con solo una entrada es aqueménida y tiene en sus muros
inscripciones sasánidas. No se tiene información de para qué era usado por lo
que hay varias hipótesis pero sin confirmar: Un antiguo templo de fuego, una
tumba, lugar para celebrar las coronaciones de los reyes aqueménidas…
A parte de relieves y tumbas, encontramos algo de
fauna, que la verdad está escaseando en este viaje :)
Naqsh-e
Rajab – Entrada 50.000 Rials
Nos acercamos a un nuevo grupo de relieves
sasánidas, los de Naqsh-e Rajab. Reciven este nombre dado que al lado había una
tetería con este nombre.
Por esta zona pasaba el Camino Real, era por
tanto el lugar ideal para poner los relieves si se querñia que fueran vistos
por la población que recorría este camino. Los relieves era la forma que tenían
los reyes sasánidas para contar su historia y comunicar al pueblo sus azañas e investiduras.
Algunas notas sobre Naqsh-e Rajab: Entrada
50.000 Riales
Naqsh-e Rajab es un sitio arqueológico al este de
Istakhr y unos 12 km al norte de Persépolis. Junto con Naqsh-e Rustam, los dos
sitios son un candidato provisional para el estatus de Patrimonio Mundial de la
UNESCO.
Naqsh-e Rajab es el sitio en el que hay cuatro
inscripciones de piedra caliza y bajorrelieves que datan de la época sasánida
temprano.
Una de las tallas es la inscripción investidura
de Ardeshir I (r 226-241), el fundador de la dinastía.
En la imagen aparece ya coronado y detrás de él
van sus generales.
Hay un tercer bajorrelieve, conocido como
'Desfile de Shapur' que sirve para celebrar la victoria militar del rey en 244 sobre
el emperador romano Valeriano y Felipe el Árabe.
El cuarto bajorrelieve y la inscripción se
atribuyen a Kartir, sumo sacerdote bajo Shapur I y sus hijos Ormuz I (r
272-273). Y Bahram I (r. 273–276).
Kartir es el personaje que suele colarse en
relieves antiguos, es el mismo que aparece en los relieves de Naqsh-e Rostam.
En este caso se ve en la esquina izquierda del bajo-relieve de la coranación.
Estos relieves se usaron como campo de tiro, esto
ha dañado las imágenes. Estos desperfectos se aprecian en los caballos del
panel “Desfile de Shapur”.
Después de disfrutar de estos dos grupos de
relieves, llegamos a la joya de la corona: Persépolis.
Algunas notas sobre Persépolis:
Persépolis,
literalmente ‘la ciudad de los persas’ fue la capital del Imperio persa durante
la época aqueménida. Se encuentra a unos 70 km de Shiraz), cerca de la
desembocadura del Pulwar en el Kur (Kyrus). Su construcción, comenzada por
Darío I, continuó a lo largo de más de dos siglos, hasta la conquista del
Imperio persa por Alejandro Magno.
Las ruinas
que encontramos hoy, aparecen como una sombra de la antigua gloria de la
ciudad. Pese a todo, con un plano y algo de imaginación, te puedes hacer una
idea fidedigna de la majestuosidad de una urbe que permaneció oculta bajo el
polvo, la tierra y la arena a lo largo de los tiempos, hasta que fue
redescubierta a principios de la década de 1930. Este complejo palaciego fue
declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979.
Historia:
La primera capital del Imperio persa aqueménida fue Pasargad, pero
hacia 512 a. C. el rey Darío I el Grande emprendió la construcción de este
masivo complejo palaciego, ampliado posteriormente por su hijo Jerjes I y su
nieto Artajerjes I. Mientras las capitales administrativas de los reyes
aqueménidas fueron Susa, Ecbatana y Babilonia, la ciudadela de Persépolis mantuvo
la función de capital ceremonial, donde se celebraban las fiestas de Año Nuevo.
Construida en una región remota y montañosa, Persépolis era una residencia real
poco conveniente y era visitada principalmente en primavera.
En 330 a.
C., Alejandro Magno, en su campaña de Oriente, ocupó y saqueó Persépolis,
incendiando el Palacio de Jerjes, para simbolizar quizá el fin de la guerra
panhelénica de revancha contra los persas. En 316 a. C., Persépolis era todavía
la capital de Persia, una provincia del nuevo Imperio macedónico. La ciudad
decayó gradualmente durante el periodo seléucida y las épocas posteriores. En
el siglo III, la cercana ciudad de Istajr se convirtió en centro del Imperio
sasánida.
Construcción:
Tras haber
continuado la obra de Ciro II en Pasargad y paralelamente a los importantes
trabajos de construcción emprendidos en Susa, Darío I decidió establecer una
nueva capital; esta decisión es generalmente interpretada como una voluntad de
distinguirse de la rama principal de los aqueménidas, a la que Pasargad estaba
fuertemente ligada.
Eligió para
eso una ciudad que ha sido identificada como Uvādaicaya (Mattezsi en
babilonio). Esta ciudad debía tener ya cierta importancia política, puesto que
Darío hizo ejecutar a Vahyazdāta, su principal opositor persa, en 521 a. C. Por
otro lado, se atestigua la presencia de palacios y de puertas monumentales que
se remontan a Ciro y Cambises II, así como una tumba inacabada probablemente
destinada a Cambises.
Las
tablillas babilonias encontradas muestran que se trataba de un centro urbano
desarrollado, activo y poblado, que tenía relaciones comerciales con Babilonia
y era capaz de asegurar los medios logísticos y alimenticios para una obra de
esta magnitud. De hecho, estas construcciones entran en el marco de un plan
global de reajuste de las residencias reales con vistas a enseñar a todos que
el nuevo rey (Darío I) marcaba una refundación del imperio.
Darío
eligió como emplazamiento para su nueva construcción la parte baja de la
formación rocosa del Kuh-e Rahmat, que se convirtió así en el símbolo de la
dinastía aqueménida. Hizo erigir la terraza, los palacios (Apadana, Tachara),
las salas del Tesoro, así como las murallas. Es difícil datar con precisión la
construcción de cada monumento. La única indicación irrefutable es la que
aparece en las tablillas encontradas en el sitio que atestiguan la existencia
de actividad constructiva al menos desde 509 a. C., cuando se produjo la
construcción de las fortificaciones.
Se puede
atribuir, en cambio, la mayoría de las construcciones a los períodos
correspondientes a los reinados de los soberanos posteriores.
Las
construcciones de Darío fueron acabadas y completadas por sus sucesores: su
hijo Jerjes I añadió al complejo la Puerta de todas las Naciones, el Hadish, o
incluso el Tripylon, y bajo Artajerjes I en 460 a. C., 1149 artesanos se
encontraban presentes en las obras. El sitio permaneció en construcción hasta,
por lo menos, 424 a. C., y quizás hasta la caída del Imperio persa: una puerta
quedó inacabada, así como un palacio atribuido a Artajerjes III.
Al
contrario de otras construcciones monumentales antiguas, griegas o romanas, la
construcción de Persépolis no se llevó a cabo con mano de obra esclava, sino
que trabajaron en ella obreros provenientes de todos los países del imperio:
Babilonia, Caria, Jonia o Egipto.
Destrucción:
Protegida
por su ubicación en el corazón del Imperio aqueménida, Persépolis no contaba
con defensas sólidas. Además, la posición al pie del Kuh-e Ramât representa un
punto flaco a causa del débil desnivel al este, entre la terraza y el suelo.
Este lado estaba protegido por una muralla y por torres.
La
información acerca de la conquista y destrucción de Persépolis por Alejandro
Magno procede principalmente de los textos de historiadores antiguos, especialmente
Plutarco, Diodoro Sículo, y Quinto Curcio Rufo.
Ciertos
elementos arqueológicos corroboran sus juicios, pero su versión de la
destrucción de la ciudad es discutida: Duruy la pone en duda diciendo: «vemos
que poco tiempo después de la muerte del conquistador, el sátrapa Paucestes
sacrifica allí a las almas de Filipo y de Alejandro».
Según
Plutarco, Diodoro Sículo y Quinto Curcio Rufo, la caída de Persépolis fue
seguida de la matanza de sus habitantes y del saqueo de sus riquezas.
Tiridatas, guardia del tesoro, hizo llevar ante Alejandro, cuyo ejército se
acercaba, una carta de rendición en la que le ofrecía entrar en Persépolis como
vencedor. De este modo, Alejandro podría hacerse rápidamente con las riquezas
de la ciudad. Los textos, sin embargo, no mencionan su respuesta. Diodoro y
Quinto Curcio Rufo se refieren, así mismo, al encuentro del ejército macedonio
con un grupo de 4.000 prisioneros griegos mutilados, o que habían sufrido malos
tratos por parte de los persas, en camino hacia Persépolis.
Tras haber
tomado la ciudad en 331 a. C., Alejandro dejó allí una parte de su ejército y
continuó su marcha. No regresó a Persépolis hasta algún tiempo después. Al
final de un día de borrachera en honor de la victoria, Persépolis fue
incendiada por orden del conquistador en mayo de 330 a. C. Las razones que
motivaron esta destrucción son controvertidas. Plutarco y Diodoro relatan que
un Alejandro borracho de vino habría lanzado la primera antorcha sobre el
palacio de Jerjes a instigación de Tais, más tarde esposa de Ptolomeo, quien
lanzó la segunda. Tais habría incitado a Alejandro y sus compañeros de armas a
vengar así el saqueo de Atenas por Jerjes I. Esta hipótesis podría ser
corroborada por la intensidad de las destrucciones del Tripylon y del Hadish, que
muestra que estos edificios construidos por Jerjes sufrieron en el incendio más
que otros. Algunos autores afirman que el encuentro de los prisioneros
mutilados, que provocaron la cólera y la tristeza del soberano, constituyó un
motivo suplementario de represalias.
En
realidad, los historiadores suelen sostener hoy en día que la razón de la
destrucción de Persépolis fue aparentemente de orden político, reflejándose una
decisión meditada por parte de Alejandro. Cuando el vencedor había ordenado
salvar las ciudades tomadas y especialmente Babilonia, no ahorrando ningún
gesto para reconciliarse con la población persa, hizo en Persépolis un gesto de
alto alcance simbólico dictado por el contexto persa: el corazón ideológico del
poder aqueménida se hallaba siempre en las capitales persas. Habiendo hecho la
población un acto de sumisión forzada o voluntaria, seguía, sin embargo,
vinculada ideológicamente a Darío III, el soberano legítimo, y estaba en malos
términos con los conquistadores. La decisión fue, pues, incendiar el santuario
dinástico persa para hacer patente a la población el cambio de poder. Duruy
dice que así «Alejandro quiso anunciar a todo el Oriente, mediante esta
destrucción del santuario nacional, el fin del dominio persa».
Los
escritos antiguos mencionan el arrepentimiento expresado más tarde por un
Alejandro apenado por su comportamiento. Para Briant, este arrepentimiento
implica, de hecho, que Alejandro reconocía su fracaso político. La destrucción
de Persépolis marca el fin del símbolo del poder aqueménida. El primer Imperio
persa desapareció completamente con la muerte de Darío III, último emperador de
su dinastía. La helenización comenzó con los seléucidas. Persépolis continuó,
sin embargo, siendo utilizada por las dinastías persas sucesivas. Al pie de la
terraza se encuentra un templo, quizás construido por los aqueménidas, y
reutilizado por los seléucidas, luego por los fratadaras.
La ciudad
baja fue abandonada progresivamente en beneficio de su vecina Istajr en la
época parta. Los grafitis atribuibles a los últimos reyes de Persia bajo los
partos o al principio de la época sasánida muestran que el sitio había quedado,
sin embargo, ligado a la monarquía persa, al menos simbólicamente. Por otra
parte, una inscripción en pahlevi relata que un hijo de Ormuz I u Ormuz II dio
un banquete y procedió a ofrecer un servicio de culto en Persépolis, que pudo
seguir como lugar de culto varios siglos después del incendio de 330 a. C.
Persépolis sirvió igualmente de referencia arquitectónica para ciertos elementos
de las construcciones sasánidas como el palacio de Firuzabad.
Primeras visitas a las ruinas: la época de
los viajeros:
Las ruinas
son conocidas por los sasánidas por el nombre persa medio de st stwny “las cien
columnas”, y desde el siglo XIII por el de Chehel minār “las cuarenta
columnas”. El nombre actual de Tajt-e Yamshid parece provenir de una
interpretación de los relieves que los relaciona con las hazañas del héroe
mítico Jamshid. El sitio fue objeto de numerosas visitas por los occidentales
del siglo XIV al siglo XVIII. Las simples observaciones anecdóticas de los
comienzos fueron sustituidas progresivamente por trabajos cada vez más
descriptivos.
De paso
hacia Catai en 1318, un monje viajero, de nombre Odorico, pasó por Chehel minār
sin retrasarse en las ruinas. Es el primer europeo en mencionar el sitio. Le
siguió, en 1474, un viajero veneciano: Josaphat Barbaro.
El
misionero portugués Antonio de Gouvea visitó el lugar en 1602. Observó las
inscripciones cuneiformes y las representaciones de «animales con cabezas
humanas». El embajador de España ante Abás el Grande, García de Silva Figueroa,
describió por extenso el sitio arqueológico en una carta al marqués de Bedmar
en 1619. Apoyándose en textos griegos, encontró claramente la relación entre
Persépolis y Chehel Minār. De 1615 a 1626, el romano Pietro Della Valle visitó
numerosos países de Oriente. Trajo de Persépolis copias de inscripciones
cuneiformes que servirían más tarde para descifrar la escritura. Le siguieron
los ingleses Dodmore Cotton y Thomas Herbert de 1628 a 1629, cuyo viaje tuvo
por objeto estudiar y descifrar las escrituras orientales.
De 1664 a
1667, Persépolis fue visitada por los franceses Jean de Thévenot y Jean
Chardin. Thévenot anotó sin razón en su obra Voyage au Levant que estas ruinas
eran demasiado pequeñas para ser la morada de los reyes de la antigua Persia.
Chardin atribuyó claramente el sitio a Persépolis. Se agregan los servicios del
dibujante Guillaume-Joseph Grelot, que describe la ciudad real en una obra cuya
calidad es alabada por Rousseau. En 1694, el italiano Giovanni Francesco
Gemelli-Carreri anotó las dimensiones de todas las ruinas a las que llega y
estudió las inscripciones. En 1704, el holandés Cornelis de Bruijn observó y
dibujó las ruinas. Publicó sus trabajos en 1711: Reizen over Moskovie, door
Persie en Indie, después en 1718 en francés: Voyages de Corneille le Brun par
la Moscovie, en Perse, et aux Indes Orientales.
Misiones arqueológicas - la época de los
científicos:
Los siglos
XIX y XX vieron multiplicarse las misiones científicas a Persépolis. En 1840 y
1841, E. Flandin y P. Coste visitaron varias ruinas de Persia, entre ellas
Persépolis. Establecieron una relación topográfica y descriptiva.
Las
primeras y verdaderas excavaciones arqueológicas fueron realizadas en 1878.
Motamed-Od Dowleh Farhad Mirza, gobernador de Fars, dirigió los trabajos que
sacaron a la luz una parte del Palacio de las cien columnas. Poco después,
Charles Chipiez y Georges Perrot hicieron una exploración muy importante del
sitio. Gracias a un estudio arquitectónico de las ruinas y de los restos
excavados, Chipiez dibujó sorprendentes reconstrucciones de los palacios y
monumentos tal y como, según su opinión, debieron de ser en la época
aqueménida. F. Stolze exploró los sitios arqueológicos de Fars y publicó el
resultado en 1882. Jane y Marcel Dieulafoy efectuaron dos misiones
arqueológicas en Persia (1881-82 y 1884-86. Exploraron Persépolis, de la que
regresaron por primera vez con documentos fotográficos. Realizaron
reconstrucciones y trajeron numerosas piezas arqueológicas.
De 1931 a
1939, se llevaron a cabo excavaciones por Ernst Herzfeld y luego por E.F.
Schmidt, comisionadas por el Oriental Institute de la Universidad de Chicago.
Durante los años 1940, el francés A. Godard, y luego el iraní A. Sami,
prosiguieron las excavaciones por cuenta del Servicio Arqueológico Iraní (IAS).
Luego, el IAS, bajo la dirección de A. Tajvidi, dirigió los trabajos de
excavación y de restauración parcial en cooperación con los italianos G. y AB.
Tilia, del Istituto Italiano per il Medio ed Estremo Oriente. Estas
excavaciones han revelado la existencia probable de otros dos palacios
atribuidos a Artajerjes I y Artajerjes III, que han desaparecido.
No han sido
aún excavadas todas las estructuras de Persépolis. Quedan dos montículos al
este del Hadish y del Tachara, cuyos orígenes siguen siendo desconocidos.
Historia reciente:
En 1971
tuvieron lugar en Persépolis ceremonias fastuosas durante tres días con motivo
de la celebración de los 2.500 años de la monarquía. El Sah Mohammad Reza
Pahlevi invitó a numerosas personalidades internacionales. El fasto de las
ceremonias, que movilizaron más de 200 servidores venidos de Francia para los
banquetes, suscitó polémica en la prensa y contribuyó a empañar la imagen del
Shah. El monto de los gastos fue evaluado en más de 22 millones de dólares US,
y la financiación fue realizada en detrimento de otros proyectos urbanísticos o
sociales. Además, las fiestas fueron acompañadas por la represión de los
opositores al Shah.
Después de
la revolución iraní y con el fin de erradicar una fuerte referencia cultural al
período pre-islámico y a la monarquía, el ayatolá Sadeq Jaljalí intentó con sus
partidarios arrasar Persépolis por medio de bulldozers. La intervención de
Nosratollah Amini, gobernador de la provincia de Fars, y la movilización de los
habitantes de Shiraz, interponiéndose delante de los artefactos, permitieron
salvar el sitio de la destrucción.
El arte de Persépolis.- Las bases del arte
que encontramos en Persépolis son:
1.- Arquitectura:
Los persas
no poseían un bagaje arquitectónico propio, eran un pueblo semi-nómada de
pastores y jinetes. Ahora bien, desde su fundación por Ciro II, el Imperio
persa se dota de construcciones monumentales. Al principio, inspiradas en los
pueblos conquistados, los arquitectos aqueménidas integran estas influencias y
proponen rápidamente un arte original. Si en Pasargad, el plan general muestra
aún influencias nómadas con sus edificios estirados, dispersos en un inmenso
parque, cincuenta años más tarde el de Persépolis se nota la evolución a una
construcción más racional y equilibrada: el plano cuadrado es sistematizado,
las columnas son estrictamente colocadas (6×6 en la Apadana, 10×10 en el
palacio de las Cien Columnas...), y comprende la mayor parte de las pequeñas
salas del Harén y los anexos de los palacios. Las transiciones de los pórticos
a los lados son unidas por torres angulares en la Apadana. Las dos grandes
puertas y los diferentes pasos distribuyen la circulación hacia los edificios
principales.
Este diseño
es original, su estilo resulta de la combinación de elementos resultantes de
civilizaciones sometidas. No se trata de una hibridación, sino más bien de una
fusión de estilos que crean uno nuevo. Resultante del saber hacer de los
arquitectos y obreros de todo el imperio, la arquitectura persa es utilitaria,
ritual y emblemática. Persépolis muestra así numerosos elementos que atestiguan
estas fuentes múltiples.
Con la
inclusión de Jonia en el imperio, la arquitectura persa aqueménida sufre una
fuerte influencia griega jónica, particularmente visible en las salas
hipóstilas y los pórticos de los palacios de Persépolis. El auge del estilo
jónico en Grecia es quebrado de golpe después de la invasión persa, pero se
expresa de manera brillante en Persia, por medio de monumentos grandiosos.
Arquitectos lidios y jonios son contratados en las obras de Pasargad, más tarde
en las de Persépolis y Susa, quienes realizan los principales elementos, y se
encuentran así graffitis en griego en las canteras próximas a Persépolis, que
mencionan los nombres de los jefes canteros. La participación de griegos en la
erección de columnas y en el ornamento de palacios en Persia se menciona en la
inscripción de Susa (DSf), así como por Plinio el Viejo. Las columnas de
Persépolis son efectivamente de estilo jónico, con un fuste acanalado y
delgado: el diámetro es inferior a la décima parte de la altura, ninguna
columna de Persépolis es más ancha de 1,9 m. Algunos capiteles llevan grifos
inspirados en los grifos de bronce arcaicos griegos.
Entre los
elementos de estilo faraónico egipcio fácilmente reconocibles, se pueden citar
los sostenes de las cornisas que sobresalen en las puertas, así como el
nacimiento de los capiteles. Algunos atribuyen también a los egipcios el aporte
del pórtico.
La
influencia de Mesopotamia está muy presente, en particular en la fórmula
palatina asociada a dos palacios, uno para la audiencia pública y otro para la
audiencia privada. Esta influencia es también visible en los motivos de
palmetas o de rosetones florales que decoran relieves y palacio, o en los
merlones dentados que recuerdan la forma de los zigurats, y que adornan las
escaleras de los palacios. Los relieves esmaltados y policromos son de
inspiración babilonia. Los ortostatos adornados con bajorrelieves de la
Apadana, los hombres-toros alados de las puertas son de estilo asirio.
Presente en
el Medio oriente antes de los persas, el principio de los espacios internos
creados para los soportes y techos de madera, la sala hipóstila llega a ser el
elemento central del palacio. El aporte de técnicas griegas permite a la
arquitectura persa llevar a buen término diferentes construcciones donde el
espacio tiene funciones diferentes: el despeje de vastos espacios por medio de
altas y finas columnas constituye una revolución arquitectónica propia de
Persia. Las salas hipóstilas están destinadas a las multitudes y no sólo a los
sacerdotes como en Grecia o en Egipto.
La mayoría
de las columnas eran de madera, y reposaban eventualmente sobre una base de
piedra; todas han desaparecido. Sólo cuando la altura era demasiado importante
era utilizada la piedra: en la Apadana, en la Puerta de las Naciones. Las
columnas de piedra que han subsistido son muy heterogéneas y muestran una
influencia de las diferentes civilizaciones del imperio, lo que no es quizás
inocente: la base campaniforme es una creación aqueménida, pero sin duda de
inspiración hitita; el fuste acanalado es jonio; el capitel, de una altura
desmedida que puede ir hasta un tercio de la columna, comienza por un capitel
de estilo egipcio seguido de un pilar cuadrado de doble voluta, una creación iraní
inspirada en motivos asirios; el conjunto es coronado con una imposta
teriomorfa, otro motivo importado, de Mesopotamia, pero su función de sostén de
vigas es inédita. Se puede ver allí un resumen de la diversidad del imperio.
Como todos
los palacios aqueménidas, los de Persépolis tenían sistemáticamente los muros
de adobe, lo que puede parecer sorprendente en una región donde la piedra de
construcción está disponible en cantidad. Es, de hecho, una característica
común a todos los pueblos de Oriente, que han reservado los muros de piedra a
los templos y a las murallas. Ningún muro de Persépolis ha sobrevivido, los
elementos aún en pie son los marcos de las puertas y las columnas de piedra.
Aunque su
construcción se haya extendido durante dos siglos, Persépolis muestra una
notable unidad de estilo que caracteriza al arte aqueménida: iniciado en
Pasargad, acabado bajo Darío en Persépolis, no se notan evoluciones notables
tanto en la arquitectura como en las decoraciones o en las técnicas. Sólo las
últimas tumbas reales han perdido la distinción respecto a las de Naqsh-e
Rostam, sin duda por falta de sitio, pero sus bajorrelieves son estrictamente
idénticos al de Darío.
2.- Escultura:
La forma
más conocida y más extendida de la escultura aqueménida es el bajorrelieve,
expresándose particularmente en Persépolis. Decoran sistemáticamente las
escaleras, los lados de las plataformas de los palacios y el interior de los
vanos. Se supone igualmente que eran utilizados en la decoración de las salas
hipóstilas. Se pueden ver las inspiraciones egipcias y asirias, incluso griega
por la fineza de la ejecución. Se encuentra la mayoría de los estereotipos de
las representaciones orientales antiguas: todos los personajes son
representados de perfil. Si la perspectiva está presente de vez en cuando, los
diferentes planos son reflejados generalmente uno bajo otro. Las proporciones
entre los personajes, los animales y los árboles no son respetadas. Además, el
principio de isocefalia es aplicado estrictamente, incluso en diferentes
peldaños de las escaleras. Los temas representados se componen de los desfiles
de representantes de los pueblos del imperio, de nobles persas, de guardias, de
escenas de audiencia, de representaciones reales y de figuras de combates que
oponen un héroe real a animales reales o imaginarios. Estos bajorrelieves son
notables por su calidad de ejecución, cada detalle es reflejado con una gran
fineza.
Se conoce
muy poco de las esculturas aqueménidas de bulto redondo, la de Darío,
encontrada en Susa, es la más conocida, pero no se trata sin embargo de un
ejemplo único. Heródoto y Plutarco hacen referencia, respetivamente, a una
estatua de oro de Artistona (esposa real de Darío I) y a una gran estatua de
Jerjes I en Persépolis.
Sin
embargo, numerosos elementos de la decoración pueden ser considerados como
altorrelieves. Es utilizado, sobre todo, para representaciones de animales
reales o mitológicos, a menudo incluso como elementos arquitectónicos en las
puertas y los capiteles. Son esencialmente toros, que son representados como
guardianes de las puertas, así como en el pórtico de la sala de las Cien
Columnas. Los capiteles de las columnas acaban en impostas de capiteles de
animales: toros, león, grifos... Los animales están muy estilizados, sin
ninguna variación. Algunas estatuas en altorrelieve han sido encontradas, como
la que representa un perro, que decoraba una torre angular de la Apadana.
3.- Pintura:
La
utilización de colores ha sido desestimada, a menudo, debido a las numerosas
alteraciones que sufren los pigmentos durante el tiempo. Intemperie, fragilidad
de las capas, o perecibilidad de los pigmentos orgánicos, son las razones
principales. Otras degradaciones pueden sobrevenir debido a manipulaciones,
tratamientos de conservación, y de renovación de las obras. Limpiezas,
aplicaciones de barniz, capas protectoras, incluso retoques coloreados han sido
la causa de la aparición de falsos tintes, o de degradación de objetos. Estas
manipulaciones, como la evidencia de componentes artificiales de pinturas modernas
sobre ciertas obras empujan a los científicos a examinar con prudencia y
minucia todo descubrimiento de rastros coloreados en las esculturas y objetos
aqueménidas.
La
evidencia de múltiples colores en numerosas obras en la mayoría de los palacios
y edificios atestigua la riqueza y la omnipresencia de pinturas policromas en
Persépolis. No se trata sólo de pruebas que descansan en rastros pigmentarios
persistentes en los objetos, sino de pruebas consistentes, como los aglomerados
de pinturas que forman grumos, de colores que han sido encontrados en masa en
recipientes, en múltiples lugares del sitio.
Dichos
colores eran utilizados no sólo en los elementos arquitectónicos (muros,
relieves, columnas, puertas, suelos, escaleras, estatuas), sino también en los
tejidos y otras decoraciones. Ladrillos barnizados, revestimiento de suelos de
cal coloreada con ocre rojo o suelos yesosos verde grisáceos, columnas pintadas
y otras colgaduras engalanaban así de múltiples colores los interiores y
exteriores de los palacios. Pocos rastros de color rojo han sido encontrados en
la estatua de Darío conservada en el Museo nacional de Teherán.
La gran
paleta de los colores encontrada da una idea de la riqueza polícroma: negro
(asfalto), rojo, (vidrio rojo opaco, bermellón, hematites de ocre rojo), verde,
azul egipcio, blanco, amarillo (ocre o dorado). La utilización de pigmentos
vegetales es evocada, pero no ha sido demostrada.
Puede, sin
embargo, ser difícil reconstituir con precisión la verdadera paleta de colores
presente en un lugar preciso, varios relieves o palacios restaurados utilizan
piezas o fragmentos procedentes de varios lugares. El examen de las diferencias
entre ciertos relieves y sus dibujos anteriores por Flandin, ha permitido, por
ejemplo, poner en evidencia los errores de restauraciones de una esfinge.
Persépolis era conocida como una de las ciudades más ricas en pintura.
Controversias sobre las funciones de
Persépolis:
El imperio
persa aqueménida tenía, de hecho, varias capitales. Pasargad era la de Ciro el
Grande, Susa, Ecbatana, o Babilonia eran de sus sucesores. La mayoría de los
autores están de acuerdo sobre la importancia de las funciones protocolares y
religiosas de Persépolis, ilustradas por el fuerte simbolismo de los adornos.
Sin embargo, la interpretación de los relieves es delicada pues éstos
presentarían, de hecho, la visión idealizada que Darío el Grande tenía de su
imperio. Para Briant, la imagen ofrecida es la de un poder real soberano e
ilimitado, en un lugar concebido para expresar la dominación persa y la Pax
pérsica. Por sus virtudes conferidas por la protección de Ahura Mazda, el rey
asegura la unidad de un mundo cuya diversidad etno-cultural y geográfica es
subrayada.
Existe una
controversia en cuanto a la realidad de las ceremonias descritas por los
relieves, y se expresan varios puntos de vista. Algunos, no ven en Persépolis
más que un lugar reservado a los iniciados. Esta hipótesis se apoya en los pocos
textos antiguos que mencionan el sitio antes de su toma por Alejandro Magno,
que contrasta con el número y la diversidad de los pueblos sometidos.
Igualmente las delegaciones deberían haber asegurado a Persépolis una
notoriedad más importante. Según este punto de vista, no habría tenido lugar
ninguna recepción realmente en Persépolis. Para otros, tales recepciones habían
tenido lugar. Se apoyan en la organización a nivel de la terraza, que
respondería a una función claramente definida de separación de los habitantes
según su rango social. La organización de los relieves que marcan la progresión
del tributo hasta el tesoro, la existencia de caminos separados que llevan o a
la Apadana o al Palacio de las 100 columnas, son otros tantos argumentos en
este sentido. Según este punto de vista, la función protocolar y religiosa de
Persépolis se ejerce a través de los celebración del año nuevo (Noruz). El rey
de reyes recibía las ofrendas y percibía el impuesto de las delegaciones que
provenían de todas las satrapías. El ceremonial obedecía a reglas estrictas
dictadas por el respeto al orden de las cosas: las delegaciones seguían un
orden preciso, y una separación clara reflejaba a las diferentes clases
sociales, rey y personas de rango real, nobles persas y medos, pueblos persas y
medos, sometidos). Éstos no sólo no eran admitidos en los mismos niveles, sino
que seguían también caminos diferentes. Después que la llegada de las
delegaciones hubiera sido anunciada por los campaneros, eran conducidas por la
puerta de todas las naciones. Mientras que los sometidos seguían por la vía de
las Procesiones hasta la Puerta inacabada para ser recibidos, luego, en el
palacio de las 100 Columnas, los nobles se encaminaban por la otra salida de la
puerta de todas las Naciones para entrar en la Apadana. La magnificencia y el
fasto de los lugares tendrían el fin de impresionar a los visitantes, y de
afirmar el poder del imperio.
H.
Stierlin, historiador del arte y la arquitectura, abunda igualmente en este
sentido. Los espacios liberados por la arquitectura de los palacios, como la
Apadana, permiten mantener grandes recepciones, banquetes y ritos áulicos. El
uso de libaciones y de banquetes reales se han difundido desde Persia en
efecto, a la mayoría de las satrapías: Tracia, Asia Menor, o Norte de
Macedonia, integran tales tradiciones. Además, el descubrimiento de numerosos
objetos de orfebrería aqueménidas o de inspiración aqueménida, consagrados a
las artes de la mesa testimonia la importancia de dichos banquetes para los
persas. La configuración del sitio y el arreglo de los accesos testimonian una
voluntad de volver a la persona real inabordable para algunos. Permite el
seguimiento de una etiqueta rigurosa que confiere al soberano un carácter casi
divino.
Existe una
controversia en cuanto a la ocupación de Persépolis. Habida cuenta de los
relieves, R. Ghirshman sugería una ocupación anual transitoria de Persépolis.
La ciudad habría sido ocupada sólo durante las festividades de Noruz, y no
tendría entonces más que una función ritual. Esta tesis es discutida cada vez
más y Briant apunta que, si de la existencia de fiestas y ceremonias en
Persépolis no cabe ninguna duda, numerosas objeciones pueden ser formuladas en
cuanto a la hipótesis de una ocupación que se limita al año nuevo. Las
tablillas prueban indudablemente que Persépolis era ocupada permanentemente, y
que se trataba de un centro económico y administrativo importante. Además, hace
observar que la corte aqueménida aun siendo itinerante recorría el imperio, y
que los textos antiguos no hacen relación de su presencia en Persia más que en
otoño y no en primavera. Si no se puede excluir la existencia de las ceremonias
de Noruz, es posible que relieves y tablillas se refieran a ofrendas y tributos
percibidos durante los viajes de los soberanos nómadas.
Por fin,
para Stronach, hace falta considerar antes la función de Persépolis bajo un
ángulo político, teniendo en cuenta las condiciones del acceso de Darío al
poder. Darío había debido vencer una gran oposición. Tales monumentos no habrían
tenido por función literal reflejar el poder o las riquezas del imperio, sino
más bien responder a imperativos políticos inmediatos. Construida poco después
el advenimiento de Darío, Persépolis consagra en primer lugar, la legitimidad
de su acceso al trono y afirma su autoridad hasta los confines del imperio.
Además, la repetición de motivos que representan a Darío el Grande y Jerjes
sugiere la voluntad de legitimar a su sucesor. Igualmente, la multiplicidad de
las referencias a Darío por Jerjes I sugiere la voluntad de consolidar y
asegurar la sucesión al trono.
Empieza la visita:
“La ciudad de los persas”, como la llamaron los
griegos, es un conjunto de palacios y otras dependencias sobre una gran
plataforma, que a modo de terraza, sale a los pies de la Montaña de la Piedad.
Persépolis estaba unida con Susa (la otra capital
del imperio) por un camino postal que tenía puestos cada 20 Km.
Para dar una idea de la monumentalidad de lo que
fue Persépolis basta decir que sólo el Palacio de Darío podría albergar a diez
mil personas. Otras edificaciones importantes son la Puerta de los Países o
Puerta de Jerjes, el Palacio de los Espejos y el Tesoro Imperial, así como su
museo.
Pero más que el tamaño, lo sobresaliente es la
belleza y la finura de los relieves, así como la variedad de las escenas donde
se muestran a los diversos pueblos que rinden pleitesía al emperador.
Complejo principal
1.-
Terraza:
El complejo palatino de Persépolis descansa sobre
una terraza de 450 por 300 m, y 14 m de alto, que presenta cuatro niveles de 2
m. La entrada desemboca en el nivel reservado a las delegaciones. Los barrios
de los nobles estaban en un nivel superior. Los barrios reservados al servicio
y a la administración están situados en el nivel más bajo. Los barrios reales están
en nivel más alto, visibles por todos. La piedra más utilizada para la
construcción es la caliza gris procedente de las canteras próximas.
La organización de las construcciones sigue un
plano rigurosamente ortogonal o hipodámico (trazado hipodámico o trazado en
damero, es el tipo de planeamiento urbanístico que organiza una ciudad mediante
el diseño de sus calles en ángulo recto, creando manzanas rectangulares. El
apelativo hipodámico proviene del nombre del arquitecto griego Hipodamo de
Mileto, considerado uno de los padres del urbanismo).
El lado este de la terraza está formado por el
Kuh-e Rahmat, en cuya pared rocosa están excavadas las sepulturas reales que
dominan el sitio. Los otros tres lados están formados por un muro de contención
cuya altura varía de 5 a 14 m. El muro está compuesto por enormes piedras
talladas, ajustadas sin mortero y fijadas por medio de clavijas metálicas. La
fachada oeste constituye la entrada del complejo y presenta el acceso principal
a la terraza bajo la forma de una escalera monumental.
La nivelación del suelo rocoso está asegurada por
el relleno de las depresiones con tierra y piedras. La terraza se construye con
pesadas piedras unidas entre ellas por clavijas metálicas. Cuenta con una red
de drenaje a veces tallada en la misma roca. Los bloques han sido tallados con
la ayuda de buriles y de herramientas mineras.
En la fachada sur, han sido encontradas
inscripciones cuneiformes trilingües. El texto, redactado en elamita, es
comparado con una inscripción del palacio de Susa. Estas inscripciones podrían
corresponder al emplazamiento de la entrada inicial del complejo, antes de la
construcción de la escalera monumental y la adición de la puerta de todas las
naciones.
La configuración de la terraza sugiere que en su
concepción se ha tenido en cuenta la función defensiva del sitio en caso de
ataque. Un muro cerraba el perímetro, reforzado en el este por un terraplén y
por torres. La terraza soporta un número impresionante de construcciones colosales,
realizadas en caliza gris procedente de la montaña adyacente. Estas
construcciones se distinguen por la gran utilización de columnatas y de
pilares, de las que un buen número ha quedado en pie.
En la entrada hay una maqueta del sitio que
permite ver a vista de pájaro el diseño de la terraza de Persépolis.
2.-
Escalera principal (o escalera de Persépolis):
El acceso a la terraza se hace por la fachada
occidental, mediante de una escalera monumental, simétrica y de dos tramos
divergentes que luego convergen. Este acceso, añadido por Jerjes, reemplaza el
acceso original del sur de la terraza. La escalera se convierte entonces en la
única entrada importante a la ciudad.
Pudieron también existir unos accesos secundarios
en el tramo este, cuya altura era menor debido a la inclinación del suelo.
Está construida con bloques macizos de piedra
cortada y unidos por clavijas. Cada tramo consta de 111 escalones, de 6,9 m de
ancho, y de 31 cm de profundo, con una inclinación de 10 cm. El lado
bajo permite el acceso a los jinetes y caballos. Algunas piedras permitieron la
talla de cinco escalones.
La escalera estaba cerrada en lo alto por puertas
de madera cuyas charnelas pivotaban en alvéolos tallados en el suelo.
Desembocaba en un pequeño patio que se abría sobre la puerta de todas las
naciones.
3.- Puerta
de todas las Naciones:
La Puerta de todas las naciones, o Puerta de
Jerjes, fue construida el 474 a.C por Jerjes I, hijo de Darío.
La entrada occidental está guardada por dos toros
colosales de 5,5 m de alto y es de inspiración asiria.
Esta puerta da a un vestíbulo central de 24,7 m²
que estaba bordeado por los muros bancos de mármol. El tejado estaba soportado
por cuatro columnas de 18,3 m de alto, simbolizando palmeras,
y cuyas cúspides esculpidas representaban hojas de palma estilizada.
El vestíbulo tienen dos salidas: una hacia el
este, que se abre sobre la vía de las procesiones y otra hacia el sur, que se
abre sobre el patio de la Apadana.
Esta última es guardada por un par de estatuas
colosales que representan hombres-toro alados, o lammasus.
Estas figuras protectoras están también presentes en los capiteles de las
columnas del Tripylon.
Cada entrada de la puerta de todas las naciones
era cerrada por una puerta de madera de dos batientes, cuyas charnelas
pivotaban en los alvéolos tallados en el suelo. Las puertas estaban adornadas
con metales preciosos.
Encima de los toros de la fachada occidental hay una inscripción cuneiforme en las tres
lenguas principales del imperio: persa antiguo, babilonio y elamita
Ahuramazda es un gran dios que creó esta tierra, que creó el cielo, que
creó al hombre, que creó la felicidad del hombre, que hizo a Jerjes rey, rey de
muchos, señor de muchos.
“Yo soy Jerjes, el gran rey, rey de reyes, el rey de los pueblos con
numerosos orígenes, el rey de esta gran tierra, el hijo del rey Darío, el
aqueménida”.
El rey Jerjes declara: “Gracias a Ahuramazda, yo he hecho este Pórtico
de todos los pueblos; hay muchas cosas buenas que han sido hechas en Persia,
que yo he hecho y que mi padre ha hecho. Todo lo que ha sido hecho más allá,
que parece bueno, todo eso lo hemos hecho gracias a Ahuramazda”
El rey Jerjes declara: “Que Ahuramazda me protege, así como a mi reino,
y lo que yo he hecho, y lo que mi padre ha hecho, que Ahuramazda lo proteja
también”
Esta inscripción permite pensar que la Puerta de
todas las naciones fue llamada así por Jerjes en referencia a los múltiples
pueblos y reinos que formaban el imperio aqueménida. Esta inscripción se halla
también encima de los lammasus.
A parte de las inscripciones históricas,
encontramos otra más actuales realizadas por los viajeros que han pasado por
estos lugares. Como vemos, los grafitis no es algo nuevo y los hombres siempre
han tenido interés en dejar constancia de su existencia.
4.- Vía de
las procesiones y Puerta inacabada:
Saliendo por el este del vestíbulo de la Puerta
de las Naciones, bordeando la parte norte de la terraza se encuentra la vía de
las procesiones. Aquí podemos ver:
Varias cabezas de grifos parcialmente restaurados.
Parece que nunca han estado sobre una columna, quizás fueron destinados a una
construcción que nunca llegó a terminarse.
La Puerta Inacabada o El Palacio Inacabado.- Llamada
así porque no estaba aún terminada cuando Alejandro destruyó la ciudad.
Se encuentra en el ángulo nordeste de la terraza,
y tiene cuatro columnas. Desemboca en un patio que se abre sobre el Palacio de
las 100 columnas. La rodeaba un doble muro por sus dos lados, protegiendo la
Apadana y los palacios particulares de las miradas. Hoy sólo queda la parte
baja de estos muros, pero algunos piensan que alcanzaban la altura de las
estatuas de lammasus.
5.-
Apadana (o Sala de audiencias de Darío):
La Apadana fue construida por Darío el Grande. La fecha del
comienzo de su construcción fue 515 a.C, este dato aparece en dos de
las tablillas de oro y de plata encontradas en los cofres de piedra insertados
en los cimientos. Darío había hecho grabar su nombre y el detalle de su
imperio. La construcción duró mucho tiempo y fue terminada por Jerjes I. La
Apadana es, con el Palacio de las 100 columnas, la más grande y más compleja de
las construcciones monumentales de Persépolis.
Se encuentra en el centro de la parte occidental
de la terraza. Situada en un nivel alto, es accesible a partir de la terraza,
por dos escaleras monumentales de doble rampas simétricas y paralelas, que
flanquean el basamento de los lados norte y este.
6.- Palacio de la Apadana:
Los planos iniciales del palacio eran más simples
pero durante su construcción, se construye también la escalera de Persépolis y
la puerta de todas las naciones y hace que sea necesario crear un nuevo acceso
al palacio, esto explica que se añada una escalera en el lado norte del
basamento.
El palacio tiene una planta cuadrada de 60,5 m de
lado. Tenía 36 columnas de las que solamente 13 continúan aún en pie. Las
columnas, de cerca de 20 m de alto tienen influencia jonia: las columnas de la
Apadana tienen el mismo diámetro y una altura similar a las columnas del templo de Hera en Samos.
Las 36 columnas se ordenan en seis filas, estaba
rodeada al oeste, al norte y al este, por tres pórticos rectangulares con doce
columnas cada uno, dispuestas en dos filas. La parte sur consistía en una serie
de pequeñas salas, y se abría sobre el palacio de Darío, el Tachara. Las
esquinas estaban ocupadas por cuatro torres.
El techo estaba sostenido por vigas que
descansaban sobre capiteles de toros y de leones. Las vigas eran de encina, de ébano y de cedro del Líbano.
Estos tejados ligeros junto a las técnicas de las columnatas jonias, permitían liberar
un espacio importante para estas salas.
El conjunto estaba pintado ricamente como lo
atestiguan los múltiples rastros de pigmentos encontrados sobre las bases de
algunas columnas, los muros y los bajorrelieves de las escaleras. Estaba cubierto
de una capa de estuco adornado con colgaduras bordadas de oro, enlosados de
cerámicas, y decorados con pinturas que representan a leones, toros, flores y
plantas.
Las puertas de madera y las vigas llevaban placas
de oro, incrustaciones de marfil y de metales preciosos. Los adornos de los
capiteles de las columnas difieren según su posición: toros para las columnas
del vestíbulo central y del pórtico norte, y otras figuras de animales para los
pórticos este y oeste.
Una reconstrucción de cómo pudieron ser los
tejados y el palacio de la Apadana realizadas por Charles Chipiez en 1884:
Según el arqueólogo David Stronach, un palacio
como la Apadana responde a dos funciones principales:
Sus dimensiones podrían permitir la recepción
de 10.000 personas, lo que facilitaba la audiencia del rey.
Por su altura permitía al rey observar las ceremonias
y desfiles que tenían lugar en la llanura. Es probable que el palacio existiera
un trono fijado al suelo de la Apadana.
Lo que podemos encontrar hoy de este espectacular
palacio son sus 13 columnas en pie:
Y los restos de las otras y de sus puertas:
Se ha encontrado una cabeza maciza de león en un
hoyo, cerca del muro que separa la Apadana del Palacio de las 100 columnas. Su
función parece haber sido sostener una viga principal del tejado.
7.-
Escalera este:
Cuando Alejandro Magno incendió Persépolis, el
tejado de la Apadana se derrumbó hacia el este, protegiendo los relieves de la
escalera este de la erosión permitiendo que haya llegado a nuestros días
perfectamente conservada.
La escalera está dividida en tres entrepaños
(norte, central, y sur) y en triángulos bajo los escalones.
El entrepaño norte muestra la recepción de persas
y medos. El entrepaño sur muestra la recepción de personajes que proceden de
las naciones sometidas. La escalera consta de múltiples símbolos de fertilidad:
flores de granada, filas separadas por flores de doce
pétalos, o árboles y semillas que decoran los triángulos. Los árboles, pinos y
palmetas, simbolizan los jardines del palacio.
Los entrepaños tienen inscripciones que indican
que Darío construyó el palacio, que Jerjes lo completó y pidió a Ahuramazda que
protegiera al país de la carestía, la felonía, y los terremotos.
Los personajes de los relieves ostentan un porte
altivo. Los caracteres étnicos son reflejados meticulosamente, y los detalles
están trabajados con fineza: pieles, barbas, pelo están representados en
pequeños ricitos, trajes y animales están trabajados con minucia.
El examen de escenas inacabadas hace pensar en la
existencia de una organización del trabajo, se usaban obreros especializados en
rostros, peinados, aderezos… Los
artistas y obreros que participaron en la construcción no disponían de ninguna
libertad de creación: debían seguir de modo riguroso las orientaciones
proporcionadas por los consejeros del rey. La realización de las obras seguía
un programa que no dejaba lugar a la improvisación.
Sus representaciones estáticas recuerdan a los
palacios asirios. La distribución por registros en filas definidas, y la
rigidez de los asuntos evoca la influencia del estilo jónico severo.
Vemos cada
una de las partes de esta interesante escalera:
Triángulos y entrepaño central.
Los triángulos están ocupados por
relieves que simbolizan el año nuevo: un león que devora un toro.
El equinoccio de primavera mostraba
un cielo donde la constelación del León estaba en el cenit, mientras que la de
Tauro desaparecía en el horizonte sur. Noruz marca el comienzo de
la actividad agrícola después del invierno.
El significado del entrepaño central
es religioso. Muestra a Ahuramazda guardado por dos grifos con cabezas humanas,
que domina a cuatro guardias persas y medos.
Los persas tienen en la mano
izquierda un típico escudo redondo, y las azagayas en la mano derecha.
Como en los otros relieves del
sitio, los guardias persas están ataviados con un largo vestido drapeado, y
llevan tocados acanalados. Los medos llevan abrigos cortos y pantalones, y
están tocados con gorros redondos o plisados, y a veces con coleta.
Entrepaño norte.
El entrepaño norte está dividido en
tres registros y muestra la recepción del año nuevo en forma de desfile.
En la parte superior se muestran a
los Inmortales
seguidos por una procesión real. Los Inmortales llevan un gorro, y están
equipados de lanzas y de aljabas lastradas por pomos que descansan en sus pies.
La procesión real se compone de un oficial medo que precede a los portadores de
la silla real. La silla real es llevada por medio de correas enjaezadas al
hombro, que sostienen dos bambús alojados a través de la silla. La silla estaba
compuesta de un marco de madera esculpida, cuyos pies tenían forma de patas de
animales.
Un sirviente lleva el escabel
utilizado por el rey, quien no debía tocar la tierra. Sus piernas estropeadas
tienen rastros de una reparación.
La procesión sigue con el
responsable medo de las cuadras reales, a la cabeza de los caballos del rey,
cada uno dirigido por un paje. Los caballos están finamente trabajados dejando
ver el detalle de los bocados.
El cortejo es cerrado por dos carros
conducidos por un elamita. Los caballos de tiro son más pequeños y más finos
que los precedentes, de otra raza. Tiran de dos carros cuyas ruedas tienen doce
secciones (simbolizando los doce meses del año) y cuyos ejes están esculpidos.
A destacar en la ruedas la única imagen femenina del panel.
El primer carro difiere del otro:
unos leones esculpidos sobre la caja parecen indicar que se trata de un tiro de
caza o de guerra. Los entrepaños inferior y medio muestran a los inmortales
seguidos por nobles persas (tocados almenados o con plumas) y medos (tocado
redondeado con una pequeña cola) alternados. Algunos llevan equipajes, otros
gérmenes vegetales y flores de granados.
Las sutiles diferencias en sus
trajes y alhajas sugieren funciones o estatus diferentes. Los nobles están
representados discutiendo, y sonrientes. Su actitud es distendida y nada
ceremoniosa. Se cogen de la mano de vez en cuando, se vuelven uno hacia el
otro, o ponen la mano sobre el hombro del precedente en actitudes que
simbolizan su unidad.
Los inmortales del entrepaño
inferior son persas; armados de lanza, arcos y aljabas, cada uno está en un
peldaño de la escalera, representando la ascensión.
Los del entrepaño medio llevan gorro
y están armados sólo con lanzas.
Entrepaño sur
En este entrepaño se representa la
llegada de las delegaciones que proceden de las veintitrés naciones que estaban
sometidas al imperio. Están conducidas alternativamente por guías persas y
medos. Cada delegación está separada por pinos y el guía lleva al delegado a la
cabeza, de la mano.
La calidad del acabado difiere para
cada obra, ninguno de los relieves han sido pulidos, y su detalle es variable.
En el desfile hay cerca de 250 personajes, cuarenta animales, y carros. De una
altura de 90 cm, los registros tienen una longitud total de 145 m. Para el
arqueólogo Dutz, los símbolos de Persépolis están cargados de sentido, y su organización
no es fruto del azar. La disposición de las representaciones podría
corresponder a un orden protocolar, sin que pueda saberse si tal orden sigue
una secuencia determinada por las filas horizontales o verticales. En todo
caso, parecería claramente que los medos eran los primeros, y los etiopes
los últimos. Además, ninguno sigue la lista secuencial de laa satrapías
dada por la inscripción del rey. La disposición de las delegaciones no parece
seguir tampoco el orden de incorporación al imperio. En cambio, podría estar en
función del tiempo de viaje que las separa de Persépolis. Este razonamiento se
apoya en los textos de Heródoto:
«De todas las naciones, los persas
honran primero a las que tienen más cerca, en segundo lugar a las que están más
distantes, y tienen menos estima a las más lejanos»
Se sabe por las tablillas del Tesoro
que las ofrendas llevadas por las delegaciones no corresponden a un impuesto.
Corresponden a regalos destinados al rey o a un uso ceremonial.
No hay inscripción que facilite la identificación de las delegaciones, por lo
que se hace en base a los trajes, y ofrendas que llevan. Quedan por tanto grandes incertidumbres: la presencia o la
ausencia, el orden de citación o de presentación, incluso la denominación de
cada pueblo del imperio varía mucho, tanto en las esculturas como en las
inscripciones reales. Estas últimas no constituyen un inventario administrativo
realizado para la posteridad, sino que corresponden más bien a la visión ideal
del imperio cuyo rey desea quiere dejar huella.
1 Medos: Conducidos
por un persa, esta delegación es la más importante. Los sujetos llevan trajes,
pulseras o brazaletes, una espada, copas y un vaso. Se trata probablemente de
otras tribus medas que las que sirve al imperio desde su fundación, lo que
explicaría el estatuto de sometidos. Al principio del imperio, tales tribus
permanecieron fieles a Astiages, habiendo reunido Ciro a las otras.
2 Elamitas: Elam es persa desde la
fundación del imperio por Ciro el Grande. La delegación conducida por un medo
ofrece una leona y dos leoncitos, así como espadas y arcos.
3 Armenios: Esta delegación lleva un vaso con
dos asas, finamente trabajado, y un caballo.
4 Aracosios: Los
pantalones son aún llevados en Baluchistán.
Uno de los sujetos está vestido con una piel de felino. Las ofrendas consisten
en un camello y jarras.
5 Babilonios: esta
delegación ofrece un toro, tazones, y una colgadura idéntica a las de las
representaciones del palacio de las 100 columnas, el Tesoro o el Tripylon.
6 Asirios y fenicios (o lidios): este relieve está muy detallado.
Las ofrendas consisten en vasos y copas labradas (vasos de bronce o de plata),
con asas dobles que representan toros alados, joyas (brazaletes con broche
adornados con grifos alados), y un carro enganchado con caballos de pequeña
talla. Los trajes y peinados de los sujetos están muy trabajados, se distinguen
incluso papillotes llevados por judíos ortodoxos. La identidad de la ropa mantiene una controversia sobre los
orígenes de estas delegaciones.
7 Arios (o Aracosios): los sujetos
de esta satrapía corresponden a las regiones de Herat y de Mashhad.
Son prácticamente indiferenciables de los aracosios. Las ofrendas consisten en
un camello y vasos.
8 Cilicios 0 Asirios: que
proceden del sur de Asia Menor, esta delegación ofrece dos carneros, pieles, un
traje, copas y vasos. Esta representación está trabajada minuciosamente, y
aparece el detalle de los trajes (cordones, cinturones, cofias).
9 Capadocios: caracterizados por la atadura de su
capa en la parte superior del hombro; pertenecen al mismo grupo que los
armenios, medos, y sagartios. Ofrecen presentes de un caballo y trajes.
10 Egipcios: el altorrelieve que representa esta delegación ha
sido perjudicado severamente por la destrucción de la Apadana. Las partes
inferiores bastan para identificar el origen de los sujetos, gracias a las
características de su vestido.
11 Escitas
(también llamados sacas): esta satrapía se extendía desde Ucrania
a las estepas del norte del Cáucaso, hasta el norte de Sogdiana.
Los sujetos están tocados con un típico gorro escita. Llevan un caballo,
trajes, y lo que podrían ser brazaletes con broches.
12 Lidios o Jonios: estas satrapías griegas estaban
fusionadas y eran administradas desde Sardes. Los
sujetos están vestidos del mismo modo. Traen tejidos, pelotas de hilo y copas
que contienen quizás tinturas.
13 Partos: bajo los aqueménidas, los partos
estaban sometidos, y es sólo después del período griego seleucida cuando dominarán Persia. Partia
corresponde al actual Turkmenistán. La delegación trae vasos y un
camello. Los sujetos están tocados con un turbante alrededor del cuello.
14 Gandharienses: esta satrapía se encuentra río arriba del Indo, entre Kabul y Lahore, al
oeste del actual Panyab.
Los sujetos ofrecen lanzas y un búfalo
asiático.
15 Bactrianos: la delegación lleva un camello y vasos. Naturales de Batraciana
al norte de Afganistán, los sujetos están tocados con una cinta.
16 Sagartios: sus trajes
y presentes (trajes y caballo), son semejantes a los de los medos, capadocios y
armenios, lo que sugiere la pertenencia a un mismo grupo. Su tierra de origen
es mal conocida: vecina de Tracia en Asia Menor, o cerca del Mar Negro
y del Caucaso,
incluso situada en las estepas de Asia Central
cerca de Bactriana.
17 Sogdianos: tenían por
origen Sogdiana,
actual Pakistán
.Esta etnia pertenecía al grupo de los escitas, de los que llevaban el gorro.
Llevan un caballo, hachas, objetos que pueden ser brazaletes, y una espada.
18 Indios: estos sujetos, que venían de Sind, el valle bajo del
Indo, están vestidos con un taparrabo, y calzados de sandalias. Llevan un burro, hachas, y cestas
con provisiones llevadas sobre la espalda por medio de una balanza.
19 Tracios
(o Escitas): Tracia
estaba situada entre el Mar Egeo y el Mar Negro, en un territorio hoy compartido por Grecia, Turquía y Bulgatia.
Los sujetos llevan un caballo. Llevan un gorro puntiagudo de largas patas, semejante
a los gorros escitas.
20 Arabes: estos sujetos vienen de Fenicia - Asiria.
Están calzados con sandalias, y vestidos con túnicas con ribetes bordados.
Llevan un dromedario.
21 Drangianianos: no hay acuerdo entre los autores referente
al origen de esta delegación. Para unos, se trata de individuos que vinen de
Merv en Bactriana, estados actuales de Afganistán, de Uzbekistán y de
Tayikistán. Para otro, los sujetos vienen de la región de Kermán, al este de
Irán. Además, su estilo de peinado sostendría un origen cerca de Kandahar, así
como su escudo, lanza, y el tipo del buey que traen.
22 Somalíes (o Lidios): el origen de esta delegación es
controvertido. Acompañados por un carro, los sujetos traen un kudú o un íbice,
están vestidos con pieles, pero no son negroides. El tipo morfológico de los
individuos, lo mismo que la presencia de un carro, indicarían un origen libio,
mientras que el antílope y los aderezos de pieles sostendría un origen situado
más al sur, (Yemen o Somalia).
23 Nubios (o Etíopes o Abisinios): se trata de sujetos
negroides, que llevan un okapi o una jirafa, defensas de elefante y un vaso.
8.- Escalera norte:
La escalera norte fue añadida por Jerjes I, para
facilitar el acceso a la Apadana desde la puerta de todas las Naciones. Los
relieves de esta escalera presentan los mismos temas que los de la escalera
este, pero están más degradados.
El entrepaño central mostraba inicialmente a
Jerjes I, Darío el Grande y a un funcionario. Este último podría ser un ganzabara (gobernador del Tesoro), o un quiliarca (oficial comandante de la guardia). Este relieve ha sido trasladado al Tesoro y
ha sido sustituido por otro que muestra a ocho guardias. Una inscripción
cuneiforme trilingüe en la escalera ha recogido en gran parte el texto de la de
la puerta de todas las Naciones, sin precisar el nombre del edificio.
9.-
Tachara o Palacio de Darío
Así nombrado por una inscripción situada en un
montante de su puerta sur, el Tachara, o palacio de Darío, está situado al sur de
la Apadana.
Es el único de los palacios en tener un acceso al
sur por medio de un pórtico. La entrada del palacio se hacía inicialmente por
este lado, por una doble escalera. Construido por Darío I, el palacio es
completado luego por Jerjes I quien lo amplió, luego por Artajerjes III, quien
añadió una segunda escalera al oeste.
En las mochetas de la escalera Sur aparece el
símbolo de Noruz: león que devora un toro pero muy erosionado haciendo que se
pierda el detalle.
Las partes ascendentes representan a medos y
aracosios que traen animales, jarras y otras cosas. Se trata probablemente de
sacerdotes que vienen de lugares santos zoroástricos tales como el lago Urmía
en Media y el lago Helmand en Aracosia, y que llevan lo
necesario para las ceremonias.
El entrepaño central muestra dos grupos de
guardias nuevos y tres paneles que llevan una inscripción trilingüe de Jerjes
II, que indica que este palacio ha sido construido por su padre; está coronada
por el disco alado, símbolo o bien de Ahuramazda o de la gloria real, encuadrado
por dos esfinges.
La nueva escalera Oeste, creada por Artajerjes
III sigue la misma simetría que la escalera sur. Los trajes de los personajes
medos, silicios y sogdianos representados son diferentes de los de las otras
escaleras anteriores, lo que sugiere un cambio de moda, y refuerzan la idea de
una construcción ulterior.
Los relieves del león comiéndose al toro están
mejor conservados que los de la escalera sur.
En las partes ascendentes se representan también a
medos y aracosios trayendo presentes. Se aprecia la diferencia en los ropajes
de los de la escalera sur.
El entrepaño central es diferente, en este caso
hay dos filas de personajes trayendo presente y un gran texto central todo
perfectamente enmarcado por una cenefa de rosetones.
Otros detalles de la escalera
Uniendo las dos escaleras hay un muro con
bajorrelieves. En ellos se representan dos filas del ejército que protegía al rey. En el punto
donde se encuentran las dos filas hay una inscripción.
La entrada del palacio se hace por una sala,
mediante una puerta, donde un relieve representa a los guardias. Esta sala es
seguida por otra puerta que se abre al vestíbulo principal, sobre la que se
encuentra un relieve que representa al rey que combate al mal con forma de un
animal. Este tema está en otras puertas del palacio, en el Palacio de las 100
columnas, y en el harén. La figura maléfica es simbolizada por un león, un
toro, o un animal quimérico. El tipo de figura podría tener una relación con la
función de la obra, o con temas astrológicos.
En el cuarto de baño real se abre una puerta.
Está adornada con un relieve que muestra a un rey preparado para una ceremonia
y seguido de dos servidores que tienen una sombrilla y un espantamoscas. El rey
está coronado, vestido con un rico aderezo adornado con piedras preciosas.
Lleva pulseras, y las joyas penden de su barba trenzada. Otro relieve muestra
probablemente a un eunuco, única representación imberbe del sitio. Lleva una
botella de ungüento y una servilleta. La circulación de agua estaba asegurada
por un canal cubierto en el suelo que pasaba por medio de la estancia. Pueden
observarse restos del cemento rojo que alfombraba el suelo de la sala.
El palacio consta de otras dos pequeñas salas
situadas en sus lados. El pórtico sur se abre a un patio rodeado por los otros
palacios. Sobre cada dintel de las puertas y ventanas está grabada una curiosa
inscripción:
Ventana de piedra hecha en la
casa de Darío.
El nombre de Tachara procede de una inscripción
cuneiforme trilingüe sobre cada montante del pórtico sur:
Darío el gran rey, el rey de
reyes, el rey de los pueblos, el hijo de Vistaspa, el aqueménida, que ha hecho
este Tachara.
Sin embargo, es dudoso que esta palabra, cuyo
significado exacto es desconocido, designe al edificio en sí mismo: se ha
encontrado en las bases de columnas de otros lugares de Persépolis, que llevan
inscripciones de Jerjes y que mencionan esta palabra:
“Soy Jerjes, el gran rey, el
rey de reyes, el rey de los pueblos, el rey de esta tierra, el hijo del rey
Darío, el aqueménida”. El rey Jerjes declara: “He hecho este Tachara”.
En los laterales de una de las puertas hay un
bajorrelieve de Darío peleando contra un caballo que representa el mal.
Una reconstrucción de cómo pudo ser la Tachara, realizada
por Charles Chipiez (1884)
10.-
Tripylon o vestíbulo de audiencia de Jerjes, o Palacio central, o Sala del
Consejo:
Obtiene su nombre de sus tres entradas. El
Tripylon, o vestíbulo de audiencia de Jerjes, o Palacio central, o Sala del
Consejo, es un palacete situado en el centro de Persépolis. Se accede por el
norte por una escalera esculpida, cuyos relieves muestran principalmente a
guardias medos y persas. Otros relieves representan a nobles y a corredores
para un banquete. La escalera sur del Tripylon se encuentra en el Museo Nacional de Irán en Teherán.
Un pasillo se abre al este, a una puerta adornada con un relieve que muestra:
A.- Arriba, Darío en su trono delante de Jerjes como principe coronado, resguardados bajo una marquesina adornada con símbolos divinis, toros, leones y bellotas; rey y príncipe tienen en la mano hojas de palma, símbolo de fertilidad.
B.- Abajo, sujetos provenientes de veintiocho naciones les llevan.
A.- Arriba, Darío en su trono delante de Jerjes como principe coronado, resguardados bajo una marquesina adornada con símbolos divinis, toros, leones y bellotas; rey y príncipe tienen en la mano hojas de palma, símbolo de fertilidad.
B.- Abajo, sujetos provenientes de veintiocho naciones les llevan.
Este relieve designa claramente a todos la
voluntad de Darío de nombrar a Jerjes sucesor legítimo al trono.
11.-
Hadish o Palacio de Jerjes:
El Hadish, o palacio de Jerjes, se encuentra al
sur del Tripylon; está construido sobre un plano semejante al Tachara, pero dos
veces más grandes. Su vestíbulo central constaba de treinta y seis columnas de
piedra y de madera. Se trataba de troncos de árboles de grandes proporciones y
grandes diámetros de los que no queda nada. Está rodeado por el este y el oeste
por pequeñas habitaciones y pasillos, cuyas puertas presentan relieves
esculpidos. Se encuentran allí procesiones reales que representan a Jerjes I
acompañado de servidores que le ponen a cubierto bajo una sombrilla. La parte
sur del palacio está compuesta de apartamentos cuya función es controvertida:
en un tiempo descrito como de la reina, son considerados como almacenes o
anexos del Tesoro. El acceso a la terraza del Hadish se hacía por una escalera
monumental al este, de doble tramo, primero divergente y luego convergente, y
una escalera más pequeña de tramos convergentes al oeste; as dos presentan la
misma decoración que la escalera sur del Tachara: toros y leones, guardias
persas, disco alado y esfinge.
Hadish es una palabra en antiguo persa que figura
en una inscripción trilingüe en cuatro ejemplares, sobre el pórtico y la
escalera: significa «palacio». Son los arqueólogos quienes llaman a este
palacio Hadish, no siendo conocido el nombre original. La atribución a Jerjes
es segura, pues éste, además de estas cuatro inscripciones, hizo grabar su
nombre y sus títulos al menos catorce veces.
12.-
Palacio de las 100 columnas:
También llamado sala del Trono, tiene forma de
cuadrado de 70 m de lado: es el más grande de los palacios de Persépolis.
Cuando se excavó parcialmente, estaba cubierto por una capa de tierra y de
cenizas de cedro de más de tres metros de espesor. Fue muy perjudicado por el
incendio, solo han quedado las bases de las columnas y los montantes de las
puertas.
Dos toros colosales constituyen las bases de las
columnas principales, de 18 m, que sostenían el tejado del pórtico de la entrada,
al norte del palacio. La entrada era por una puerta ricamente decorada con
relieves. Entre las representaciones, una describe el orden de las cosas,
mostrando de arriba abajo: a Ahuramazda, el rey sobre su trono, luego muchas
filas de soldados sosteniéndolo. El rey ejerce pues su poder de Ahuramazda, que
lo protege, y manda al ejército que lleva su poder.
El palacio estaba decorado con numerosos relieves
en notable estado de conservación, que representan toros, leones, flores y
bellotas.
La puerta sur del palacio presenta un relieve
completamente diferente. Simboliza el sostén aportado al rey por las diferentes
naciones que componen el imperio. Los soldados que componen las cinco filas
inferiores pertenecen a muchas naciones, reconocibles por su tocado y
armamentos. Vuelto hacia el Tesoro, este mensaje se dirige más bien a los
servidores y les recuerda que las riquezas que transitan por esta puerta se
deben a la cohesión del imperio. Unas tablillas cuneiformes detallan los
archivos de los tributos, dando así una estimación de las riquezas que
transitaban por estas puertas.
Si los relieves de las entradas norte y sur del palacio
conciernen esencialmente a la afirmación de la monarquía, los de las partes
este y oeste presentan, como en otros palacios, escenas heroicas de rey
combatiendo al mal.
A destacar el capitel de cabeza de caballo que
permanece en su sitio original.
Una imagen de la reconstrucción de cómo pudo ser
el Palacio de las 100 columnas realizada Charles Chipiez en 1884:
13.-
Tesoro:
Construido por Darío I, se trata de una serie de
salas situadas en el ángulo sureste de la terraza, que se extienden sobre una
superficie de 10.000 m². El tesoro consta de dos salas importantes, cuyo tejado
era soportado respectivamente por 100 y 99 columnas de madera. Se han
encontrado tablillas de madera y de arcilla, que detallan el montante de los
salarios y beneficios pagados a los obreros que lo habían construido. Según
Plutarco, 10.000 mulas y 5.000 camellos habría necesitado Alejandro Magno para
trasportar el tesoro de Persépolis. Según algunas tablillas, 1.348 personas trabajaban
en el Tesoro en 467 a.C.
El Tesoro ha sido muchas veces reconstruido y
modificado. Muchas inscripciones han sido encontradas en bloques macizos de diorita,
que mencionan al rey Darío. A pesar de su gran superficie el acceso era por dos
pequeñas puertas estrechas.
Se han encontrado dos relieves de los que uno
procede de la escalera norte de la Apadana. Se encuentra ahora en el museo de
Teherán y representa a Darió el Grande en el trono. El rey recibe a un oficial
medo inclinado hacia delante, que lleva su mano derecha a los labios en señal
de respeto. Podría tratarse de un quiliarca, comandante de 1.000 guardias, o de
un gobernador del tesoro, o Ganzabara). Jerjes y los nobles persas se
encuentran de pie, detrás del soberano. Dos portadores de incienso
se encuentran entre el rey y los dignatarios.
El otro que es simétrico permanece en Persépolis
14.-
Guarnición y sala de las 32 columnas:
Entre el palacio de las cien Columnas y la
montaña se encuentran múltiples salas que componían los barrios de los
servidores y de los soldados, la cancillería, y los despachos. Se han
encontrado más de 30.000 tablillas y fragmentos de tablillas en elamita. Según
Quinto Curcio Rufo y Diodoro, Alejandro habría dejado en el lugar 3.000
soldados, lo que da una idea de la capacidad de guarnición de Persépolis. Al
norte de estos campamentos de chozas, se encuentran los restos de una sala que
constaba de treinta y dos columnas, cuya función no está clara.
15.- Harén
y museo:
Se accede al harén por la puerta sur del palacio
de las 100 Columnas. El edificio tiene forma de " L", cuya ala
principal tiene una orientación norte-sur. El centro consiste en una sala con
columnatas, abierta al norte a un patio por un pórtico. Esta sala tenía cuatro
entradas, cuyas puertas estaban decoradas con relieves. Los relieves laterales
muestran todavía escenas de combate heroico que recuerdan las del Tachara o del
palacio de las 100 Columnas. El rey es mostrado en lucha con un animal
quimérico (toro-león cornudo y alado), con cuello de cuervo, cola de alacrán,
que puede ser una representación de Ahriman,
divinidad maléfica. El héroe hunde su espada en el vientre de la bestia que le
hace frente. El relieve sur muestra a Jerjes I seguido de servidores, según una
escena idéntica a las del Hadish. La parte sur del ala y la otra ala que la
prolonga hacia el oeste consiste en una serie de 25 apartamentos, hipóstilos de
16 columnas cada uno. El edificio presenta además dos escaleras que lo enlazan
al Hadish, y dos patios pequeños que podrían corresponder a jardines cerrados.
No es cierto, que el harén haya podido ser un
lugar de residencia de mujeres. Según unos, la sección central habría podido
estar destinada a la reina y a su séquito. Otros piensan que las mujeres
residían en el exterior de los muros. La función del edificio es pues
controvertida. La presencia de relieves elaborados, así como su situación, en
un nivel alto es el de un edificio que tiene una función importante. Por el
contrario, su tamaño y su posición sugieren más bien una función administrativa.
Es probable que la denominación de "harén" sea errónea: los
buscadores occidentales han proyectado su visión de los harenes otomanos sobre
la Persia aqueménida que carecía de ellos.
El harén ha sido excavado y ha sido restaurado
parcialmente por E. Hertzfeld por un procedimiento de anastilosis.
Reconstruyó varias salas, que sirvieron de talleres de restauración y de
presentación de las obras encontradas en el complejo. Una parte del harén se
transformó en museo. El museo del sitio presenta una gran variedad de objetos:
cerámicas, platos, monedas, herramientas, lanzas, tablillas….
No he visto el museo, durante mi visita estaba
cerrado, pero no lo he echado de menos he disfrutado paseando y recorriendo el
yacimiento.
16.- Otras
construcciones:
Parece que se construyó un palacio en el ángulo
sudoeste de la terraza, perteneciente a Artajerjes I. Las ruinas no
corresponden a este palacio, sino a una construcción residencial
post-aqueménida llamada Palacio H. Las esculturas que representan cuernos han
sido dispuestas cerca del muro de la terraza, de las que no se conoce la
función; han sido encontradas enterradas al pie de la terraza.
Otra estructura llamada palacio G, se encuentra
al norte del Hadish, y es una construcción post-aqueménida. Parece que fue
realizada en el emplazamiento de una estructura destruida, que podría ser el
palacio de Artajerjes III.
Los restos de una construcción, llamada palacio
D, han sido encontrados al este del Hadish. Como las anteriores, esta
construcción posterior a la dinastía aqueménida, ha reutilizado restos y
ornamentos que proceden de las ruinas de la terraza.
Construcciones
fuera de la Terraza:
Han sido hallados numerosos elementos fuera de
los muros de la terraza. Se trata de restos de jardines, de viviendas, de
sepulturas post aqueménidas, o de tumbas reales aqueménidas. Además, una red
compleja de canalizaciones intra y extra muros está en curso de exploración.
1.- Habitaciones:
Son ruinas que aún no han sido excavadas
completamente, se encuentran a 300 m al sur de la terraza. Posiblemente
anteriores a los palacios, estas construcciones constan de muchas casas. La más
amplia consiste en un vestíbulo central rodeado de salas secundarias y es
accesible por una escalera. Parecen haber estado destinadas a personas de alto
rango social.
2.-Jardines:
Exploraciones geológicas recientes han puesto en
evidencia las ruinas de jardines aqueménidas y sus canales de irrigación en el
exterior del complejo. Una parte de ellos fueron perjudicados en 1971, durante
las ceremonias de celebración de los 2500 años de la monarquía de Irán. Otros
daños han resultado de la construcción de una carretera asfaltada después de la
revolución. Dichos jardines llamados Pairidaeza (palabra persa antigua de la
que proviene la palabra "paraíso", eran realizados a menudo al lado
de los palacios aqueménidas.
3.- Red hidráulica:
El sistema de canalización de la terraza encierra
todavía preciosos secretos, lo que motiva excavaciones profundas. Se trata de
extraer y analizar los sedimentos. Más de 2 km de red han sido
descubiertos, recorren la terraza y sus alrededores, y pasan bajo los palacios.
Las variables dimensiones de los canales (60 a
160 cm de ancho, 80 cm a varios metros de profundidad) explican la
importancia del volumen sedimentario y el valor del potencial arqueológico. Los
restos que contienen pueden así revelarse preciosos: ha sido hallado una parte
del supuesto trono de Darío, igual que unos 600 fragmentos de cerámica que han
conservado sus colores. Los trabajos tropiezan, sin embargo, con un problema
complejo: la retirada de los sedimentos permite la infiltración de agua, lo que
perjudicaría la estructura del complejo.
La red de colectores y de canales de agua atraviesa
los cimientos y el suelo de la terraza. Es, pues, probable que los planos de la
totalidad del complejo hayan sido realizados en detalle antes de su
construcción. Cortados directamente en la piedra de la base de los muros, antes
de su erección, los colectores permitían evacuar las infiltraciones pluviales.
4.- Sepulturas reales:
Situadas a algunas decenas de metros de la
terraza, dos tumbas cavadas en la roca de Kuh-e Ramat dominan el sitio. Estas
tumbas son atribuidas a Artajerjes II y a Artajerjes III. Cada sepulcro está
rodeado por esculturas en columnatas que representan las fachadas de palacio,
resaltadas con grabados. Estas representaciones, como las de las tumbas de Naqsh-e Rostam, han permitido comprender mejor la arquitectura de las
construcciones palatinas persas.
En la parte superior del sepulcro de Artajerjes
III, el rey está representado sobre un pedestal a tres niveles, haciendo frente
a Ahuramazda y a un fuego sagrado igualmente realzado. Un muro presenta una
inscripción trilingüe que recuerda que Darío el Grande ha dado una
descendencia, que ha construido Persépolis, y hace una lista de sus bienes.
Cada versión difiere ligeramente de las otras dos. Una tercera tumba inacabada
se encuentra más al sur. Parece haber estado destinada a Darío III, último rey
aqueménida. Al pie de la montaña han sido encontradas restos de sepulturas
post-aqueménidas, a un kilómetro al norte de la terraza.
La tumba de Artajerjes II, sigue el mismo estilo.
Algunos detalles del frontal:
Desde las tumbas las vistas sobre el yacimiento
son fantásticas:
Tablillas de Persépolis:
Durante las excavaciones de Herzfeld y Schmidt,
han sido descubiertas en Persépolis dos series de archivos que comprenden
numerosas tablillas cuneiformes de madera y de arcilla.
Hay dos series:
1.- Tablillas de la Fortaleza de Persépolis.- Debe su nombre al haber sido encontradas en la
zona correspondiente a las fortificaciones del ángulo noreste de la terraza.
Consta de alrededor de 30.000 piezas de las que 6.000 son legibles. El contenido
de 5.000 de ellas ha sido ya estudiado, pero no se han publicado en su
totalidad. Contienen principalmente textos administrativos reeditados en elamita,
lengua de los cancilleres, entre 506 a.C y 497 a.C,
pero las tablillas reeditadas en arameo
unos 500 textos han sido descifrados, una tablilla en acadio,
una en griego, una en una lengua y grafía de Anatolia,
una en persa antiguo.
Estas tablillas pueden ser clasificadas en dos
subgrupos. El primero concierne al transporte de materiales de un lugar a otro
del imperio; el otro es más un registro de cuentas. Estas piezas han permitido
la obtención de información preciosa que permite comprender el funcionamiento del
imperio y de su administración en los dominios tan diversos de la construcción,
la circulación, los correos, pasaportes, o finanzas. Algunos cuerpos de oficios
han podido ser así conocidos, como el gobernador del Tesoro, o ganzabara. Las
tablillas han permitido también conocer el nombre de las personas que
trabajaron en Persépolis, del simple obrero al gobernador del Tesoro. Además,
algunos permiten precisar el estatuto de las mujeres de toda clase social en la
época aqueménida.
2.- Tablillas del Tesoro de Persépolis.- Cuenta con 139 piezas que describen los pagos realizados en oro y plata
entre 492 a.C y 458 a.C.
Varias están marcadas con la huella de sellos, y constituyen cartas y
memorándums dirigidos por los funcionarios al gobernador del Tesoro. La
asombrosa conservación de tablillas de arcilla seca se explica por el hecho que
han sido cocidas a alta temperatura por el incendio de Persépolis. Esta
transformación involuntaria en terracota ha permitido paradójicamente su mejor
resistencia al tiempo evitando que se convirtiesen en polvo.
Estas dos series de tablilla representan un
patrimonio científico inestimable, han contribuido a un mejor conocimiento
lingüístico del elamita y del antiguo persa, o de la organización política y de
las prácticas religiosas de los aqueménidas. El Instituto Oriental de la
Universidad de Chicago tiene la custodia de las tablillas desde su
descubrimiento.
Persépolis es para pasearla, pararse a ver cada
uno de los detalles de sus relieves y para subir a la tumba de Artajerjes II a
ver la puesta de sol y ver como las sombras y las luces van pasando entre las
puertas, columnas, palacios del
yacimiento.
Desde aquí arriba se respira paz, pero pronto se rompe
con el sonido del silbato del vigilante que sube hasta la tumba para animarnos
a abandonar el yacimiento, la hora de cierre coincide con la puesta de sol.
Empezamos a bajar con calma camino de la salida.
Volvemos a Shiraz en taxi, después de cenar a
dormir para recuperarse de este día REDONDO que recordaré de por vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario